En las primeras horas del miércoles, tras años de negociaciones y una sesión maratónica final, la Organización Mundial de la Salud (OMS) anunció la aprobación de un controvertido acuerdo global sobre pandemias. Este tratado, presentado como un «hito histórico» para la seguridad sanitaria mundial, esconde entre sus cláusulas mecanismos que podrían significar una peligrosa cesión de soberanía por parte de los estados miembros.

Un acuerdo nacido en la opacidad

Las negociaciones, desarrolladas durante más de tres años, se caracterizaron por:

  • Escasa transparencia en los procesos decisorios
  • Presión sobre países en desarrollo para aceptar condiciones desventajosas
  • Participación privilegiada de grandes farmacéuticas en la redacción

El director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, calificó el resultado como «un paso monumental hacia un mundo más seguro». Sin embargo, conspicuamente omitió mencionar la ausencia de Estados Unidos en el acuerdo final, tras su retiro de las negociaciones en enero pasado.

Los puntos más polémicos del tratado

  1. Sistema PABS (Pathogen Access and Benefit-Sharing System):
    • Obliga a los países a compartir datos genéticos de patógenos
    • No establece garantías claras sobre el control de esta información
    • Beneficia principalmente a grandes corporaciones farmacéuticas
  2. Transferencia tecnológica:
    • Aunque se presenta como «voluntaria», crea mecanismos de presión internacional
    • Podría comprometer la propiedad intelectual de desarrollos médicos nacionales
  3. Armonización regulatoria:
    • Establece estándares globales que podrían invalidar regulaciones locales
    • Limita la capacidad de los países para implementar medidas adaptadas a sus realidades

Las lecciones no aprendidas del COVID-19

Este tratado llega en un momento particularmente sensible, cuando aún están frescas las heridas de una pandemia donde:

  • La OMS demostró graves fallas en su manejo inicial
  • Se impusieron medidas sin sustento científico que devastaron economías
  • Se censuraron tratamientos tempranos que hubieran salvado vidas
  • Las farmacéuticas obtuvieron ganancias récord con productos experimentales

Por qué debería preocuparnos

Analistas independientes han identificado varios riesgos concretos:

  1. Pérdida de soberanía: Los países cederían parte de su autonomía en decisiones sanitarias
  2. Conflictos constitucionales: Muchas disposiciones podrían contravenir garantías fundamentales en estados democráticos
  3. Concentración de poder: La OMS, financiada en gran medida por intereses privados, acumularía facultades sin contrapesos reales

El camino a seguir

El tratado será presentado para ratificación en la Asamblea Mundial de la Salud en mayo próximo. Este proceso representa una oportunidad clave para:

  • Exigir transparencia total sobre el contenido del acuerdo
  • Demandar consultas públicas y debates parlamentarios previos a cualquier firma
  • Proteger los sistemas sanitarios nacionales de interferencias externas

En palabras del Dr. Álvaro Fernández, experto en derecho sanitario internacional: «Este no es un documento técnico, sino político. Establece precedentes peligrosos sobre quién decide qué es una emergencia y qué medidas deben tomarse. Los ciudadanos deben entender que su libertad está en juego».

Mientras los gobiernos analizan su posición frente al tratado, la sociedad civil tiene el derecho -y el deber- de mantenerse informada y vigilante. La salud pública es demasiado importante para dejarla en manos de burócratas no electos y corporaciones multinacionales.


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