13 diciembre, 2024

¿Peronista o comunista?: el papa Francisco contra la propiedad privada

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Mientras que, en su país de origen, la propiedad privada vuelve a relativizarse de la mano de la peligrosa gestión kirchnerista, el papa Francisco se expresó en un foro internacional en total sintonía con las peligrosas iniciativas del Gobierno de Alberto Fernández y Cristina Kirchner.

En un mensaje para la Conferencia Internacional del Trabajo, Jorge Bergoglio dijo que la propiedad privada es un “derecho secundario”. Aunque reconoció que se trata de un “derecho natural” (no podía hacerlo de otra manera), el papa advirtió que es “secundario”, ya que depende de otras cuestiones como “el derecho que tienen todos”, “nacido del destino universal de los bienes creados”.

En un mensaje para la Conferencia Internacional del Trabajo, Jorge Bergoglio dijo que la propiedad privada es un “derecho secundario”. Aunque reconoció que se trata de un “derecho natural” (no podía hacerlo de otra manera), el papa advirtió que es “secundario”, ya que depende de otras cuestiones como “el derecho que tienen todos”, “nacido del destino universal de los bienes creados”.

En el marco de un mensaje que incluyó también al mundo gremial, el pontífice argentino resaltó que cuando un sindicato se corrompe, “se transforma en un status de pseudopatrones, también alejados del pueblo”. Más allá de su desconocimiento manifiesto en materia de ciencias sociales y economía (que queda evidenciado por la relación de las medidas que él defiende y los incentivos a la corrupción que generan), entre la relativización de la propiedad privada y el tufillo despectivo hacia la idea de la “patronal”, que considera “alejada del pueblo”, es innegable que su discurso es filomarxista.

Ya en alguna oportunidad, Francisco había dicho que los comunistas eran los que pensaban como los cristianos, lo que deja muy en claro su estructura, panorama mental y marco ideológico. Aunque no se considere a sí mismo marxista, sobre todo por la cuestión antirreligiosa del denominado “socialismo científico”, en el fondo, Jorge Bergoglio parece sentirse más alejado del liberalismo que del colectivismo. Quiera o no, el papa carga con todos los prejuicios habidos y por haber en contra de las ideas básicas de la sociedad abierta.

La relación entre la propiedad privada y los “bienes creados”

Nadie duda de las intenciones del papa Francisco y de sus preocupaciones de fondo. Al ser un hombre de fe, uno presupone que no se trata de una persona envidiosa ni mal intencionada. Lo más lógico es asumir que es honesta su angustia por los que nada tienen, en un mundo donde otros viven en la opulencia total.

Sin embargo, con todo el respeto que su investidura merece, no podemos dejar de resaltar que Francisco está absolutamente equivocado. La relación entre los medios redistribucionistas que pretende fomentar, para conseguir la finalidad de una mayor equidad y dignidad, es nula. Al vulnerar la propiedad privada en nombre de los que menos tienen, lo único que conseguimos, además de la descapitalización de la economía que se traduce en peores ingresos y salarios, es la consolidación de una clase corrupta y poderosa que dispone sobre los bienes ajenos. Una mafia a la que hay que besarle el anillo (por la supervivencia o la búsqueda de beneficios), tal cual como se hace con los papas, históricamente en una tradición que Francisco parece no disfrutar.

Si recurrimos a los impuestos progresivos, en nombre de la redistribución, el resultado es un mundo de castas: los poderosos que están arriba lideran un statu quo inmoral e inamovible y los que están abajo no pueden progresar ni poner en jaque las posiciones dominantes. Todas las economías del mundo muestran una relación directa entre libertades económicas y variaciones en las listas de los empresarios más ricos de cada país. ¿Hace falta aclarar que donde hay innovación hay más desarrollo y, por lo tanto, más dignidad humana?

Finalmente, más allá de las sagradas escrituras donde se hace referencia a la multiplicación de los peces y los panes por cuestiones divinas, en el mundo real los bienes se multiplican, no por intervención celestial, sino por la mano del hombre. Más allá del capricho del papa de ver la solución de los faltantes donde hay supuestos sobrantes, el “milagro” (que en realidad no es tal) económico viene de la mano de los mercados desregulados que el papa critica abiertamente.

En varias oportunidades, poniendo la firma a encíclicas y documentos que tocan temas que lo exceden por completo, el papa Francisco hizo referencia a la “desregulación” del mercado, como una de las causas más importantes de los problemas de la economía. Sin embargo, la baja regulación, lo único que hace es que los agentes económicos coordinen con el menor ruido posible. El mercado no es perfecto. Va a ciegas, tanteando, a prueba y error, pero se trata (por escándalo) del mejor sistema de asignación de recursos. Todos los intentos de reemplazarlo por la planificación centralizada, no solamente terminaron en crisis económicas, sino también en feroces dictaduras.

Es muy difícil creer que una persona a los 84 años pueda dejar de lado sus prejuicios más profundos en materia económica…mejor dicho, política. Los agnósticos y ateos no tenemos mucho que hacer con todo esto. Pero los religiosos, de todos los credos, que entienden algo de economía básica, podrían dedicarle algún rezo al milagro de que el papa vea la luz (en vida) y se aleje de todas las tonterías que piensa, seguramente con la mejor intención. Su estilo austero de vida y la prédica con el ejemplo, muestra que no hay hipocresía ni maldad en su discurso. Sí, lamentablemente, mucha ignorancia.

Fuente PanamPost


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